Rumbo al año 2000 y al tercer milenio, se nos exhorta a empeñarnos en fundar una civilización del amor. Pero el terreno no está vacío. También hoy como en toda época se plantea, aunque en términos propios, el enfrentamiento de las dos ciudades a las que se refieren el Apocalipsis y san Agustín. El terreno está ocupado en nuestros tiempos por una civilización feroz -cultura de la guerra y de la muerte- que nació de la apostasía de las naciones católicas, apartándose y renegando de los caminos de la caridad. Su antagonismo con la civilización del amor es ingénito. Y así como la Iglesia es experta en humanidad, la civilización de la acedia es experta en provocar y propagar la apostasía, y por ende la deshumanización. A pesar de lo útil que puede resultarnos, por estos motivos, recuperar la operatividad profética del tradicional concepto de acedia, no se suele hablar de ella. Muchos fieles, religiosos y catequistas incluidos, nunca o rarísima vez la oyeron nombrar, y pocos sabrán explicar en qué consiste. Y aun los enterados no le ven mayor valor que a nivel de una moral privatista. Sin embargo, la acedia -poco importa que no se la sepa reconocer ni nombrar- es una atmósfera que nos envuelve sin advertirla. Se la puede encontrar en todas sus formas: en forma de tentación, de pecado actual, de hábito extendido como una epidemia, y hasta de cultura con comportamientos y teorías propias que se transmiten por imitación o desde sus cátedras, populares o académicas. Si bien se mira, la nuestra puede describirse como una verdadera y propia civilización de la acedia. Esto es lo que apunta a mostrar este ensayo de teología espiritual y pastoral, que tiene, por eso, también mucho de teología de la historia y de interpretación profética del present
En mi sed me dieron vinagre – la civilización de la acedia. P. Horacio Bojorge
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«Bernardita era una nena como cualquiera. Un día, María, la mamá de Jesús, se le apareció en una gruta y le habló con mucha dulzura.
¿Te imaginas qué lindo sería tener a Bernardita como amiga?
Te contaremos su vida y sabrás que ella siempre está muy cerquita de quienes le piden con un corazón confiado.
¡Abre este libro! Conoce más a Santa Bernardita y ella se convertirá en tu santa amiguita.
En las últimas páginas, los padres y maestras podrán leer una breve biografía de la santa con muchas anécdotas divertidas para contarles a los más pequeños.»
El anuncio de la Misericordia fue el núcleo central del pontificado de san Juan Pablo II y, al mismo tiempo, constituye la invitación con la que el papa Francisco más nos insiste hoy: contemplar el misterio de la Divina Misericordia que resplandece sobre la oscuridad del pecado para llegar a ser testigos más convencidos y eficaces.
Vivir la misericordia es la esperanza para nuestro futuro: nos restaura nuestra condición de hijos de Dios y nos invita a una vida nueva, en gracia. La misericordia es justicia a la medida de Dios, Amor que nace del amor, se completa en el Amor y fructifica generando la salvación.
En este libro se nos presentan algunos personajes de «segunda fila» que aparecen en los Evangelios y que rara vez son objeto de una atención especial. Entre ellos están los que no han atendido con generosidad la invitación del Señor.
Estos personajes que alegan excusas poco creíbles son arquetipos para nosotros que también recibimos cada día una invitación al banquete eucarístico. Precisamente en las diferentes partes de la Eucaristía se encuentra el remedio que necesitamos para poder participar plenamente en la gran «misa del universo».
Mónica Astorga Cremona es una monja carmelita que vive en un convento de su congregación a las afueras de la ciudad de Neuquén, Argentina.
Desde hace más de nueve años dedica gran parte de su tiempo a las mujeres trans que acuden a ella en busca de auxilio. Como una madre, Mónica lucha para que cada una recupere su dignidad, abandone la prostitución y pueda tener una vida digna.
Con una sonrisa serena las lleva a Dios, a quien descubren como un gran Padre y Consolador. Su actividad ha suscitado aplausos y condenas. Sin embargo, ella sigue adelante: sabe que la misericordia de Dios es infinita y que Él no hace acepción
de personas.
“He escrito este segundo libro para compartir más de mi historia contigo. Mucho de esto sólo ha aparecido superficialmente en Sobrevivir para contarlo; por eso he querido (…) contar qué sucedió después del genocidio de Ruanda, cuando tuve que luchar por mantener mi relación con Dios, ante todo, en mi corazón. Sin embargo, no escribí Guiada por la fe como un diario cronológico acerca de vivir en un mundo post holocausto. En lugar de eso, quise compartir la epopeya de mi supervivencia a través de una serie de experiencias y recuerdos profundos, conectando y destacando los acontecimientos que influyeron más profundamente en mi crecimiento espiritual”
Con fino sentido de adaptación, a ejemplo de san Pablo, Brochero supo “hacerse todo para todos para ganarlos a todos para Jesucristo”. A lomo de mula recorría incansable los senderos montañosos y los caminos polvorientos de los llanos y sierras cordobeses: para asistir a los enfermos y moribundos, para predicar la palabra divina, para atraer las ovejas descarriadas a la práctica del bien y de la virtud. Sabía meterse a fondo en esas almas sencillas.
Brochero tenía el don de la conversación y lo amoldó al modo de ser gaucho. Unía a su léxico y a su valentía la ironía, la espontaneidad, la ocurrencia “paisana”. Y por encima de todo predicaba con el ejemplo: vivía para los demás. «Los filósofos necesitaron, para la difusión de sus doctrinas, el ‘Pórtico’ y ‘la Escuela’, instalados en el corazón de civilizaciones gloriosas; Brochero tuvo por cátedra el lomo de su mula».
Todos queremos ser felices. En el intrincado recorrido que esto conlleva, solemos encontrarnos con un tono emocional que tiñe las relaciones humanas: el resentimiento. Se extiende en conversaciones críticas, en quejas, lamentaciones y pensamientos negativos. Pero también afecta a las amistades, familias y matrimonios. El germen del resentimiento es capaz de ir sembrando un afán de reivindicación o de venganza, provocando problemas sociales, laborales y personales.
Este libro aborda la entramada problemática del resentimiento y la simpleza que otorga el perdón para salir de él. El perdón —cuyo estudio resulta más fácil que su práctica— se nos presenta como un recurso liberador mientras buscamos la felicidad
La vida de Agustin de Hipona consistió en la superación continua de todo aquello que lo apartaba de su ideal: la verdad. Este joven decidido a encontrarla no se detuvo ni siquiera ante los errores que pudo cometer, siempre contando con la honradez de su conciencia en sus acciones. El arrepentimiento y el reconocimiento de los fallos le dieron en su labor pastoral la humanidad necesaria para comprender a todos los seres humanos, en especial a sus hermanos en la fe.
¿Qué es el amor? ¿Qué papel juegan los sentimientos en la vida? ¿Cómo ser fieles cuando cuesta amar?
Toda pregunta sobre el amor encuentra respuesta y realización plena en Dios, que es amor. Se trata de escuchar a Jesús que nos dice “Como yo los he amado” (Jn 13, 34).
Amar y sentir a Dios busca responder a una pregunta del papa Francisco: “¿Cuál es la materia más importante que hay que aprender en la vida? Aprender a amar”.
Para esto analiza la relación entre amor y sentimientos, y propone orientaciones prácticas para la integración armónica de los afectos de la vida del cristiano.
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