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Josemaría Escrivá de Balaguer nace en Barbastro, Huesca, el día 9 de enero de 1902. Una mañana de invierno, cerca ya de los dieciséis años, el joven bachiller descubre huellas de pies descalzos sobre la nieve, que pertenecen a un sacerdote carmelita. Tal ejemplo de generosidad y entrega conmueve su alma. Este fue el comienzo de una llamada divina para realizar algo grande que él desconoce, pero que su corazón desea ya con ardor. Por lealtad a Dios, decide hacerse sacerdote y es ordenado en Zaragoza, años después, el 28 de marzo de 1925. El día 2 de octubre de 1928, en la ciudad de Madrid, ve con claridad lo que Dios le estaba pidiendo. Tras la celebración de la Santa Misa, recibe la iluminación de fundar el Opus Dei y la misión de promover la llamada de todos a la santidad, por medio de la santificación del trabajo y de las tareas ordinarias. El día 17 de mayo de 1992 fue proclamado Beato por el papa Juan Pablo II en la ciudad de Roma, donde fue canonizado el día 6 de octubre de 2002.

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Siglo I. Juan nace en Betsaida, cerca del río Jordán. Pertenece a una familia de pescadores. Como discípulo de Juan el Bautista conoce a Jesús y le sigue toda la jornada junto a su hermano Santiago. Este primer encuentro queda grabado en su corazón: allí, en las riberas del río, comienza su gran amistad con Jesús, que no terminará jamás. Poco después, el Señor le llama a formar parte del grupo de los doce Apóstoles. Juan, que le profesa un enorme respeto, es el único apóstol que le acompaña hasta el Calvario y el primero en reconocerle después de haber resucitado.

Por su lealtad, tantas veces demostrada, el Señor le confía su Madre, el amor más grande que tiene en la tierra. Tras su destierro en la pequeña isla de Patmos, vuelve a Éfeso, ciudad de la actual Turquía, donde muere años después.

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Diego Rodriguez de Silva y Velázquez destaca ya de aprendiz por su genial talento y su enorme capacidad de trabajo. Sevilla habla del espiritu de superación del joven pintor abierto a lo mejor de las nuevas corrientes que llegan de Italia. Felpe IV le da protección y afecto y él le corresponde con una profunda lealtad, La corte se asombra ante sus cuadros y le aprecia por su alto sentido moral, su discreción, su ingenio. La obra de Velázquez es la de un humanista cristiano. El estudio de su obra nos permite disfrutar de la conservación del patrimonio cultural: sus ojos de pintor buscan en cada modelo la verdad y la humanidad en la que estriba su belleza.

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