El siglo de oro español: de Garcilaso a Calderón
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Los siglos XVI y XVII marcan una cima en la literatura española. Autores como Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca son clásicos, porque nos siguen hablando hoy. Nos encontramos con el amor humano y divino entre los versos renacentistas de Garcilaso y las alturas místicas de san Juan de la Cruz. Leyendo el Quijote nos enfrentamos ante la alternativa entre una vida llena de ideales o un realismo ramplón. Segismundo nos pone delante de la tenue frontera entre el mundo real y el mundo virtual, entre la vigilia y el sueño. Temas de hoy y de siempre. El autor nos lleva de la mano por un mundo pasado, para que profundicemos en las entrañas de la naturaleza humana.
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En 1868, el joven Antoni Gaudí llega a Barcelona para estudiar arquitectura, la pasión de su vida. Su afán de superación se evidencia en sus obras: interpretó el arte de una forma tradicional y a la vez revolucionaria.
Se inspiró en la naturaleza para crear unas formas inéditas en arquitectura, y las plasmó con la ayuda de técnicas artesanales de manipulación de los diversos elementos, como cerámica, piedra y hierro forjado.
A lo largo de su vida proyectó numerosos edificios, y dedicó sus últimos años a la Sagrada Familia, vivo testigo de su lealtad por el trabajo. Su autonomía creativa sentó las bases del arte actual. Ningún otro arquitecto de los tiempos modernos ha tenido en vida o después de su muerte tanta popularidad.
Jorge soñaba con ser millonario antes de los 30. Tenía todo para lograrlo: familia, educación, mente brillante y tremenda capacidad de esfuerzo y sacrificio. Era una promesa en vida. Pero enfrentó la tentación del dinero y el poder: se dejó seducir por un grupo de empresarios colombianos y puso su cerebro financiero al servicio del narcotráfico internacional. Años después los llamarían el Cartel de Medellín.
Conoció la cárcel, la tortura y la traición. Envidiaba a las personas que podían ser felices con una vida simple. Hoy disfruta del lujo de ser un hombre común. Y comparte su testimonio para ayudar a la gente a no caer en la trampa de buscar sentido donde no hay nada.
De novelesca se peude calificar la azaroza vida del insigne hidalgo Miguel de Cervantes. Su valentía demostrada en Lepanto, su rebeldía atemperada en paciencia durante los largos cinco años de cautiverio en Argel y las experiencias adquiridas recorriendo gran parte de Andalucía, en el desempeño del ingrato oficio de comisario real para abastecer la Armada Invencible, van a dar como fruto una extraordinaria obra literaria -prosa, verso y teatro-, de la que El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha representa, con su humanidad, una de las más altas cimas de la toda la literatura universal.
Con fino sentido de adaptación, a ejemplo de san Pablo, Brochero supo “hacerse todo para todos para ganarlos a todos para Jesucristo”. A lomo de mula recorría incansable los senderos montañosos y los caminos polvorientos de los llanos y sierras cordobeses: para asistir a los enfermos y moribundos, para predicar la palabra divina, para atraer las ovejas descarriadas a la práctica del bien y de la virtud. Sabía meterse a fondo en esas almas sencillas.
Brochero tenía el don de la conversación y lo amoldó al modo de ser gaucho. Unía a su léxico y a su valentía la ironía, la espontaneidad, la ocurrencia “paisana”. Y por encima de todo predicaba con el ejemplo: vivía para los demás. «Los filósofos necesitaron, para la difusión de sus doctrinas, el ‘Pórtico’ y ‘la Escuela’, instalados en el corazón de civilizaciones gloriosas; Brochero tuvo por cátedra el lomo de su mula».
En pleno siglo XX, J. R. R. Tolkien, un profesor de anglosajón e historia del Inglés en la universidad de Oxford, fue capaz de crear un extenso poema épico a partir de su propia imaginación. Tolkien había nacido en 1892 en Sudáfrica, y desde los cuatro años vivió en Inglaterra, hasta su muerte en 1973. Echaba de menos una mitología propia de su país, y decidió escribirla él mismo. En la epopeya que comenzó en 1914 entrelazó, con voluntad de tolerancia, historias de elfos, hombres, enanos, orcos, ents y hobbits desde el inicio mismo del mundo, como un grandioso homenaje a la patria que amaba entrañablemente y con una intención de conservación del patrimonio cultural. En esta biografía se cuenta cómo, alentado siempre por un espíritu de superación, se entrelazaron en su vida el trabajo del artista y escritor con el del padre de familia, estudioso de los idiomas, erudito y conferenciante.
El mundo de la cultura estuvo, durante mucho tiempo, prácticamente cerrado para los invidentes. Pero en el siglo XIX, Luis Braile, consciente de la importancia de la escritura para la autonomía de los ciegos, revolucionó con su sistema de puntos las competencias de sus compañero de ceguera. De esta manera contribuyó a la conservación del patrimonio cultural.
Al dañarse irreparablemente su vista a los tres años, Braille no cejó en la lucha por surealización presonal. No solo llegó a ser profesor y organista a niveles profesionales: su trabajo y su esfuerzo contribuyeron de forma esencial a que la escritura y la lectura no fueran una limitación para sus compañeros de colegio primero, para sus alumnos después, y, finalmente para todos los ciegos del mundo. El reconocimiento oficial de su sistema de lecto-escritura en los pultimos años de us vida, fue un precio a su superación.
Este libro brinda testimonios de vida de Los Espartanos, el equipo de rugby de la unidad nº 48 de San Martín.
La pelota de rugby y el rezo del rosario parecen ser los atajos que preparan el terreno para dar el gran salto al vacío: pedir perdón, perdonar, y perdonarse. Cuando se alcanza ese punto de maduración en la historia de cada uno, las personas quedan listas para aprovechar una nueva oportunidad. Porque siempre se puede volver a empezar. Y como nos enseñó el papa Francisco: «En el arte de ascender lo importante no es no caer, sino no permanecer caído».
El pequeño país de Ruanda, ubicado en África Central, es hoy mundialmente conocido por una sola razón: el terrible genocidio de 1994, que se llevó la vida de más de un millón de inocentes y dejó la tierra bañada en sangre y reducida a cenizas.
En medio del horror y la desesperación en la que se vieron sumidos Hutus y Tutsis —las dos tribus implicadas en el genocidio—, la historia de Immaculée, que permaneció escondida en un baño minúsculo durante 91 días, emerge no sólo como un relato extraordinario de supervivencia, sino como un testimonio superador lleno de fe, de esperanza y de reconciliación.
La vida de Julio César representa el liderazgo de un hombre que llevő al Imperio Romano a una gran expansión territorial y cultural. Su decisión en la conquista de las Galias inspiró en las fieles legiones que lo seguían el valor necesario para la lucha. Pero Julio César no se detuvo en las Galias, sino que, llevado por su afán de superación, legó a cónsul de Roma y realizó importantes reformas que llevaron a la República romana a uno de los mejores momentos de su historia.
Carlomagno (742-814), rey de los francos y emperador de Occidente, buscó, desde los inicios de su reinado, la integración de los distintos pueblos europeos en un proyecto común de construcción del Imperio carolingio. Gracias a su espíritu de liderazgo, su política de protección al papado y el impulso a la cultura y las artes latinas, contribuyó a sentar las bases de la futura identidad europea.
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