Fosforescencia: Una historia sobre la esencia de influir
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Sandra, una ejecutiva radicada en Barcelona, se encuentra en medio de un torbellino laboral, tironeada entre la exigencia de sus responsabilidades y sus dificultades para gestionar un equipo desmotivado. Cuando menos se lo espera, le presentan un diagnóstico perturbador: no sabe cómo influir en las personas.
¿Pero qué es la influencia? En un máster, Sandra conoce a Anjali, una compañera oriunda de la India, y allí se produce un punto de inflexión. Surge entre las dos una conexión especial, un magnetismo que se traslada en (des)aprendizajes sobre lo que realmente significa influir y liderar… La propuesta de un viaje hacia Anantapur, una región del sur de la India rural, le servirá a Sandra para entender otras perspectivas en el arte de influir.
Si las experiencias son el sello de nuestro siglo, este libro narra la historia de un doble viaje: hacia el corazón de un país del que muchas veces conocemos solo los estereotipos, y hacia lecciones enriquecedoras de valores humanos, que no conocen fronteras ni barreras culturales.
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Bernadette Soubirous era la hija mayor de un humilde molinero. Con 14 años, el 11 de febrero de 1858, se le apareció una bella señora en una gruta de las afueras de Lourdes, cuando iba a buscar leña. La señora la citó varias veces consecutivas y le fue revelando poco a poco su mensaje y, finalmente, su nombre: la Inmaculada Concepción.
Bernadette, prácticamente analfabeta, pero muy piadosa y poseedora de una gran valentía, tuvo que sufrir mucho. Casi nadie le creía, pero ella mantuvo una firme lealtad y mostró sinceridad al transmitir el mensaje de la Señora.
En 1862 la Iglesia Católica dictaminó solemnemente la veracidad de las apariciones. Pronto estuvo levantada una basílica en honor a la Señoa.
En 1907, Pío X declaró la festividad de Nuestra Señora de Lourdes (11 de febrero) como fiesta universal de la Iglesia. Bernardette due canonizada por Pio XI el 8 de diciembre de 1933, día de la Inmaculada Concepción.
Los siglos XVI y XVII marcan una cima en la literatura española. Autores como Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca son clásicos, porque nos siguen hablando hoy. Nos encontramos con el amor humano y divino entre los versos renacentistas de Garcilaso y las alturas místicas de san Juan de la Cruz. Leyendo el Quijote nos enfrentamos ante la alternativa entre una vida llena de ideales o un realismo ramplón. Segismundo nos pone delante de la tenue frontera entre el mundo real y el mundo virtual, entre la vigilia y el sueño. Temas de hoy y de siempre. El autor nos lleva de la mano por un mundo pasado, para que profundicemos en las entrañas de la naturaleza humana.
En 1868, el joven Antoni Gaudí llega a Barcelona para estudiar arquitectura, la pasión de su vida. Su afán de superación se evidencia en sus obras: interpretó el arte de una forma tradicional y a la vez revolucionaria.
Se inspiró en la naturaleza para crear unas formas inéditas en arquitectura, y las plasmó con la ayuda de técnicas artesanales de manipulación de los diversos elementos, como cerámica, piedra y hierro forjado.
A lo largo de su vida proyectó numerosos edificios, y dedicó sus últimos años a la Sagrada Familia, vivo testigo de su lealtad por el trabajo. Su autonomía creativa sentó las bases del arte actual. Ningún otro arquitecto de los tiempos modernos ha tenido en vida o después de su muerte tanta popularidad.
El mundo de la cultura estuvo, durante mucho tiempo, prácticamente cerrado para los invidentes. Pero en el siglo XIX, Luis Braile, consciente de la importancia de la escritura para la autonomía de los ciegos, revolucionó con su sistema de puntos las competencias de sus compañero de ceguera. De esta manera contribuyó a la conservación del patrimonio cultural.
Al dañarse irreparablemente su vista a los tres años, Braille no cejó en la lucha por surealización presonal. No solo llegó a ser profesor y organista a niveles profesionales: su trabajo y su esfuerzo contribuyeron de forma esencial a que la escritura y la lectura no fueran una limitación para sus compañeros de colegio primero, para sus alumnos después, y, finalmente para todos los ciegos del mundo. El reconocimiento oficial de su sistema de lecto-escritura en los pultimos años de us vida, fue un precio a su superación.
Con fino sentido de adaptación, a ejemplo de san Pablo, Brochero supo “hacerse todo para todos para ganarlos a todos para Jesucristo”. A lomo de mula recorría incansable los senderos montañosos y los caminos polvorientos de los llanos y sierras cordobeses: para asistir a los enfermos y moribundos, para predicar la palabra divina, para atraer las ovejas descarriadas a la práctica del bien y de la virtud. Sabía meterse a fondo en esas almas sencillas.
Brochero tenía el don de la conversación y lo amoldó al modo de ser gaucho. Unía a su léxico y a su valentía la ironía, la espontaneidad, la ocurrencia “paisana”. Y por encima de todo predicaba con el ejemplo: vivía para los demás. «Los filósofos necesitaron, para la difusión de sus doctrinas, el ‘Pórtico’ y ‘la Escuela’, instalados en el corazón de civilizaciones gloriosas; Brochero tuvo por cátedra el lomo de su mula».
Francisco nace en 1506 en el castillo de Javier (Navarra) y muere en una isla del mar de China en 1552, agotado tras diez años de febril actividad como misionero. Sus itinerarios de este tiempo podían dar varias vueltas al mundo. Una muestra de superación y valentía para quien sólo disponía de sus pies. No era Francisco un trotamundos; la razón de sus largas singladuras y caminatas era su decisión de «ayudar al prójimo» en la más profunda de sus necesidades y carencias, cual era el desconocimiento de Dios y de su enviado Jesucristo. Nunca se echó atrás por difícil o arriesgada que fuera la empresa. Y su secreto era que había puesto totalmente su confianza en Dios.
Mónica Astorga Cremona es una monja carmelita que vive en un convento de su congregación a las afueras de la ciudad de Neuquén, Argentina.
Desde hace más de nueve años dedica gran parte de su tiempo a las mujeres trans que acuden a ella en busca de auxilio. Como una madre, Mónica lucha para que cada una recupere su dignidad, abandone la prostitución y pueda tener una vida digna.
Con una sonrisa serena las lleva a Dios, a quien descubren como un gran Padre y Consolador. Su actividad ha suscitado aplausos y condenas. Sin embargo, ella sigue adelante: sabe que la misericordia de Dios es infinita y que Él no hace acepción
de personas.
Cuando tenía veintitrés años, la hermana Guadalupe fue destinada a Belén como parte de la misión apostólica que la Familia Religiosa del Verbo Encarnado realizaba allí. Comenzó entonces una aventura que, catorce años más tarde, la llevaría a Siria, hasta entonces el país más pacífico de Medio Oriente. A los pocos meses de llegar estalló un ataque cruel por parte de grupos islámicos extremos, con los cristianos del país como principales víctimas.
Testigo y protagonista de la fe y la esperanza con la que todos los días los creyentes de Alepo enfrentan la persecución y la muerte, la hermana Guadalupe nos ofrece un relato cargado de historias, imágenes y reflexiones que nos hacen conocer desde adentro una de las peores guerras de la historia.
En este libro se nos presentan algunos personajes de «segunda fila» que aparecen en los Evangelios y que rara vez son objeto de una atención especial. Entre ellos están los que no han atendido con generosidad la invitación del Señor.
Estos personajes que alegan excusas poco creíbles son arquetipos para nosotros que también recibimos cada día una invitación al banquete eucarístico. Precisamente en las diferentes partes de la Eucaristía se encuentra el remedio que necesitamos para poder participar plenamente en la gran «misa del universo».
“He escrito este segundo libro para compartir más de mi historia contigo. Mucho de esto sólo ha aparecido superficialmente en Sobrevivir para contarlo; por eso he querido (…) contar qué sucedió después del genocidio de Ruanda, cuando tuve que luchar por mantener mi relación con Dios, ante todo, en mi corazón. Sin embargo, no escribí Guiada por la fe como un diario cronológico acerca de vivir en un mundo post holocausto. En lugar de eso, quise compartir la epopeya de mi supervivencia a través de una serie de experiencias y recuerdos profundos, conectando y destacando los acontecimientos que influyeron más profundamente en mi crecimiento espiritual”
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