No se puede hablar de Jesucristo sin extenderse también a su Madre Virgen.
No es posible dar a conocer la doctrina de Cristo, el cristianismo, sin mencionar a la Virgen María. Es la Virgen Santísima quien comunica hermosura, fragancia y encanto al cristianismo. Ella es la antorcha de la gruta de Belén, la estrella más hermosa de la noche. Su murmullo es el más dulce «Gloria».